El coste de la «ciudad dispersa»

por Paisaje Transversal

Por Francisco Camino Arias (@pachocamino)

Durante varias décadas se nos hizo creer que nuestro nivel de bienestar aumentaría si nos trasladáramos a vivir a una vivienda con jardín, dentro de una bien dotada urbanización, en contacto con la naturaleza, bien comunicada por autopista con el centro de la ciudad. E, ingenuos, nos lo creímos.

Ha estado muy instalada, en la mentalidad de las clases medias de los países de nuestro entorno, la idea de mejora de nuestras condiciones de vida mudándonos a una casa en contacto con el terreno, con nuestra propia piscina, rodeados de buenos vecinos, de una situación socioeconómica similar o superior a la nuestra, que garantizaba que nuestros hijos crecerían sin malas compañías y con posibilidades de buenas relaciones futuras. Todo ello en urbanizaciones con buenos servicios, seguras y, sobre todo, bien comunicadas por medio de rápidas autovías para nuestros potentes automóviles.

Este nuevo modelo, que luego fue conocido como «ciudad dispersa», venía avalado por muchas bienintencionadas propuestas del Movimiento Moderno, por utopías higienistas, o por atractivas propuestas como la Ciudad Lineal de Arturo Soria. Pero todos esos modelos fueron adoptados, convenientemente transformados y podríamos decir que prostituidos, con fines meramente especulativos. Crecieron como hongos repetitivas y monotemáticas urbanizaciones, desparramadas por todo el territorio, como manchas de aceite.

Muchos años después, tal vez ya demasiado tarde, nos dimos cuenta de que este modelo disperso de ciudad no solo no aumentaba la felicidad, sino que generaba inmensos problemas individuales y colectivos. Pero, sobre todo, este nuevo modelo que había sido caro de construir, que había dilapidado cantidades ingentes de territorio, que había sido depredador de todo tipo de recursos, que tampoco había conseguido aportar bienestar, era, sobre todo, por encima de todo, un modelo de ciudad caro, muy caro de mantener.

Diferentes estudios realizados en diversos países estiman que el coste de construcción de la ciudad dispersa duplica el coste de la ciudad compacta, pero el coste de mantenimiento de los servicios llega a triplicarse. No es posible mantener a costes razonables ni los servicios sanitarios, ni los educativos, ni los de dependencia, pero tampoco los de seguridad, policía, bomberos, etc… lo que lleva a considerar el modelo como totalmente insostenible.

Las viviendas situadas en la «ciudad dispersa» dependen del vehículo privado, precisando casi un automóvil por habitante mayor de edad, generando unos grandísimos costes para cualquier tipo de  desplazamiento. Estas viviendas, o mejor estas urbanizaciones, generan mucha «movilidad no deseada». Para una empresa privada de transporte no es rentable dar servicio a las referidas urbanizaciones, por su baja densidad y para las Administraciones Públicas es ruinoso atender las necesidades de desplazamiento de sus moradores, además de probablemente injusto dar prioridad a estos servicios antes que otros más necesarios en zonas más deprimidas.

Lo mismo que sucede con el transporte ocurre con el resto de servicios e infraestructuras urbanos. El agua, el alcantarillado, la electricidad, las redes para las nuevas tecnologías, etc…. no son solo muy caras de implantar, son muy caras de mantener en la «ciudad dispersa». Por supuesto, los servicios de salud, educación, dependencia no pueden ser ubicados en estas urbanizaciones por su baja densidad.

Tampoco existen condiciones adecuadas para la implantación  del pequeño comercio de cercanía. Es decir, todos los servicios que ofrece la ciudad compacta no pueden ser implantados en la ciudad dispersa y si alguien osa a implantar alguno de estos servicios o negocios tiene su ruina asegurada en un breve espacio de tiempo.  Por lo tanto, los habitantes de estas pequeñas ciudades monotemáticas, dispersas por el territorio, deben buscar la mayoría de los bienes y servicios que precisan para la vida cotidiana desplazándose en sus vehículos privados, con el costo añadido que ello implica.

Hoy no nos vamos a detener y profundizar en análisis urbanísticos, pretendiendo simplemente constatar que todas las cuestiones relatadas, además de dificultar la vida cotidiana, la encarecen de modo significativo. Todo ello afecta negativamente al valor de las viviendas de la «ciudad dispersa». Está claro que al habitar en una determinada vivienda, con unas determinadas características que encarecen el desarrollo de la vida cotidiana de sus habitantes, el valor de la referida vivienda disminuye en términos relativos. Por atractivo que sea el entorno, por grande que sea su superficie, por elevada que sea la calidad de sus materiales, el valor de la vivienda es inferior a otra de similares características ubicada en la ciudad compacta.

La ciudad dispersa genera muchos y muy distintos tipos de problemas, pero además es cara de construir y carísima de mantener. Es cara de mantener para la sociedad en su conjunto, ya que los ayuntamientos deben aportar y mantener unos determinados servicios con elevado coste por habitante. Es cara de mantener para sus usuarios, que deben destinar porcentajes elevados de sus recursos para desplazarse a adquirir bienes o disfrutar servicios que en la ciudad compacta son mucho más baratos e incluso alguno de ellos, gratuito.

Francisco Camino Arias es arquitecto y titiritero, especialista en urbanismo tróspido

Créditos de las imágenes: Imagen 01: Ejemplo de ciudad discreta (fuente: Urbanful) Imagen 02: Comparación de los servicios públicos para las zonas suburbanas y urbanas en Halifax, Nueva Escocia (fuente: Sustainable Prosperity) Imagen 03: Congestión de tráfico en carretera (fuente: autopista.es) Imagen 04: Ejemplo de urban sprawl en Arizona (fuente: Christoph Gielen)

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23 comentarios

Unknown 16 febrero, 2016 - 06:56

Muy buen artículo y completamente de acuerdo. Hace tiempo vi un reportaje en la TV en la que unos arquitectos decían que lo más ecológico es el hormigón y explicando todo esto que menciona este artículo me di cuenta de que tenían razón. Una ciudad con rascacielos es mucho más ecológica que una con sus chalets, por muchos parques y jardines que pongan.

Unknown 16 febrero, 2016 - 06:56

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Javier 16 febrero, 2016 - 07:35

Yo vivo en el campo. PAgo 250 euros al mes por alquiler. Tengo una parcela con frutales y mucho sitio para dejar el coche. Y me cuesta mucho menos que vivir en la ciudad, sobre todo teniendo en cuenta que tardo en llegar al trabajo de la ciudad 12 minutos.
No oigo sirenas, no oigo pitidos ni motores, no oigo ascensores y no tengo vecinos pegados ala parede mi casa.
A mí no me va a convencer nadie de que es mejor vivir en la ciudad. Eso es para los crédulos que quieren comprar piso y pagar por ellos una burrada de dinero. Para los que quieren vivir el estrés de la ciudad. ¿Contaste el efecto del estrés en la salud? ¿Lo que cuesta en dinero esta enfermedad? Me parece que no. Y no puedes simplemente ignorarla porque existe.
Otros costes de la ciudad tampoco los has incluído: los costes de la corrupción. En las ciudades más grandes hay que pagar más impuestos para mantener a los corruptos. ¿O es que me vas a decir que tampoco hay corrupción o que los corruptos no obtienen el dinero de las arcas públicas?
Podemos seguir sacando inconvenientes de las ciudades: enfermedades pulmonares debido a la contaminación, violencia (también tiene un coste tiene un coste), …

Charlie 16 febrero, 2016 - 08:07

Javier, el artículo no se refiere al campo si no a los desarrollos urbanísticos anejos a las ciudades y que forman parte de estas

JMGS 16 febrero, 2016 - 08:13

Muchísimo mejor la ciudad amontonada, donde los humos, ruidos, contaminación, ajetreo, da vida!
Además los alquileres son baratos, o el precio de la vivienda bajo, tienes sitio para aparcar sin problemas, tus vecinos no molestan nunca, … Es un edén!
Personalmente, no discuto que sea cara pero que el bienestar es igual o menor es de risa. Yo vivo en un pueblo y me da que no iré nunca a la ciudad.
El problema es la concentración de actividad en el centro de las ciudades, que obligan a generar desplazamientos inútiles. Si seguimos las instrucciones del artículo, podríamos crear pisos celda de abeja de 3 metros cuadrados y así aseguraremos que todo sea eficiente ( pero que mierda de vida ).

María Monedero de Rebeautys.com 16 febrero, 2016 - 09:15

JGMS y Javier tienen buenas razones para preferir vivir en el campo, pero también creo que no ha entendido de qué va el artículo: de dos formas diferentes de plantear la vida urbana, es decir, la de fuera del campo ;).

De hecho, creo que mi isla, Tenerife, es un buen ejemplo de lo que se dice en el artículo. Quitando las zonas de naturaleza protegidas, que no son tan amplias, yo diría que dos tercios del territorio es de urbanismo disperso. Eso significa que nadie puede vivir realmente en el campo, porque a 500 metros como máximo vive alguien más. Y que todos casi todos tenemos coche porque si no la mayor parte de la isla queda fuera de nuestro alcance sin invertir cantidades de tiempo desproporcionadas a la distancia. Y lo peor, que nos hemos cargado la mayoría de los paisajes de la isla. Algunos de los valles más hermosos de la isla siguen siéndolo, pero llenos de casitas minúsculas que hacen que pierdan su forma…

Personalmente pienso que ciudades horizontales bien planificadas y cuidadas no tienen por qué tener ni tanto ruido ni tanta contaminación, y que es muy fácil hablar de corrupción cuando se es un ciudadano desinformado y poco implicado en el desarrollo de la política de su localidad. (Conste que no hablo de nadie en concreto y menos de Javier y/o JMSG, no les conozco a ustedes y no tienen por qué estar en este caso).

A mí me gustaría tener una isla más rural y a la vez con ciudades mejor equipadas.

Y a lo que a este artículo se refiere me gustaría felicitar al blog, me parece muy bien argumentado, expuesto… y como poco da temas nuevos en qué pensar a muchos. A mí personalmente me da datos concretos para defender una idea que ya tenía ;).

¡Un saludo a todos!

Anónimo 16 febrero, 2016 - 09:27

Buf, además de defender ideas que van en contra de las corrientes que promueven "el progreso", leo que eres titiritero… Yo que tú me echaría correr.

keiko_san 16 febrero, 2016 - 09:38

Y dale con vivir en el pueblo…
No habeis entendido nada.

Toni 16 febrero, 2016 - 10:07

Pues yo creo que lo han entendido perfectamente. Saben a lo que se refiere el artículo, aunque hablen del campo que no es de lo que se trata aquí, pero para estar completo debería enfrentar los pros y contras. Los barrios dormitorios a kilómetros de la ciudad, perdiendo tiempo, dinero, etc…
Alto coste para los servicios públicos y todo eso lo entiende todo el mundo.

Ahora vivir en la ciudad también genera unos costes de salud: estrés, humos, vecinos molestos y un largo etc…

Y por otro lado, aunque no se trata del campo aquí, pueblos quedándose abandonados, la agricultura y ganadería expuesta a las grandes empresas de fuera que amontonan a los animales en naves y los explotan, también repercute en la salud, pero eso es ya otro tema 😉

Manitu69 16 febrero, 2016 - 10:09

Vamos a ver esto es como todo en la vida, vivir en una urbanización privada con chalet, jardín, piscina y grifo de cerveza sale caro (como los lujos), nos ha jodido, por eso hasta hace 20 años nadie lo hacía. Luego llegaron los bancos a inflar la burbuja y todo currito que vivía en un apartamento de 60 metros cuadrados se mudó a vivir como vivían los burgueses, porque yo lo valgo. Ahora el modelo no funciona porque es muy caro, no señores, no es muy caro, siempre fue caro, el problema es que el currito no se lo puede permitir porque no tienen dinero como el burgués.

Miguel A.S. Cogolludo 16 febrero, 2016 - 10:13

Hace tiempo salió un docimental sobre este mismo tema, titulado "The end of Suburbia"
youtube.com/watch?v=yH8ElFAOFug

Unknown 16 febrero, 2016 - 10:25

Pues yo vivo en una de esas urbanizaciones, y tengo que decir que lo hago por dos razones: Una, porque me gusta la calidad de vida de una zona apartada, y dos (y la más importante), porque me lo puedo permitir. Trabajo mucho desde casa y solo me desplazo en mi vehículo privado una vez por semana (a lo sumo dos) para ir a la compra y mis ratos de ocio. Me ahorro mucho dinero y sobre todo, mucho tiempo (muchísimo más valioso que el dinero hoy en día). El gran error de mucha gente que se ha instalado en este tipo de urbanizaciones es el aparentar para ser mejor que los demás, porque se vendió la imagen de que en estas urbanizaciones vice la élite de la ciudad. Si no saben lo que implica vivir en este tipo de núcleos, y no saben organizarse o no pueden pagarlo, pues que se busquen un sitio más adecuado (que no será el deseado) para vivir. Un poco de cabeza.

desarrolla2 16 febrero, 2016 - 11:12

Yo vivo fuera de Madrid, en un pueblo de unos 10-15.000 habitantes mayormente casas unifamiliares.

La calidad de vida que tengo no la cambio por un piso en Madrid. Por supuesto que tiene sus inconvenientes pero en mi caso compensan de sobra.+

Por ejemplo cuando vivía con mis padres, si llegaba tarde a casa, podía estar mucho tiempo buscando aparcamiento, y cuando llegas cansado de trabajar todo el día perder media hora buscando donde aparcar y terminar dejando el coche subido a una acera e irte a casa rezando para no encontrarte una multa al día siguiente por la mañana.

A mi me gusta correr y salir con la bici, y ahora puedo hacerlo por el campo. Trata de salir a correr por la ciudad, con coches que van por encima de la velocidad permitida, medio dormidos y jugandote la vida al entrar en un paso de cebra.

Resumiendo, que posiblemente tenga desventajas sobretodo de optimización de recursos como sociedad pero yo a día de hoy estoy muy contento con lo que tengo.

Unknown 16 febrero, 2016 - 11:41

No estoy muy de acuerdo. La contaminación es un problema que principalmente afecta a las grandes aglomeraciones de las ciudades, tal y como aquí se expone. Pienso que la dispersión es un buen modelo de país, que deberíamos fomentar, imponiendo impuestos a los grandes centros de trabajo y de comercio en base al número de aforo.
Las grandes masas de personas en un mismo lugar son también un problema de salubridad y de calidad de vida. El estrés es una enfermedad asociada al barullo. Sin mencionar epidemias, contagios, etc.
Un modelo disperso, bien organizado, con buenas comunicaciones y un transporte público bien planteado y gestionado es mucho mas viable, a la larga, que la agrupación en grandes ciudades.

Unknown 16 febrero, 2016 - 15:56

Estoy de acuerdo. Y aquellos que están en contra tienen muy buenas razones también. Aunque creo que el artículo deja entrever entre líneas lo que muchos buscan y yo apoyo. La reducción del uso del coche privado. Vivo en Gran Canaria y la población está muy dispersa, por lo que el transporte público es muy ineficaz y el medio más usado es el coche. A ello se le suman carreteras en barrancos o centros comerciales que crecen como setas.
Vivir en urbanizaciones/barrios dormitorios puede ser más relajado, mejor para aparcar, etc. Pero es lo mismo que si cierran un barrio céntrico al vehículo privado: menos contaminación, menor ruido, más seguridad y reducción de la dependencia del vehículo privado, tanto individual como colecivamente.
Lo que dice Fernando Benítez Benítez es exactamente lo que dice el blog: no se conecta tan bien los núcleos dispersos con transporte porque sale más caro; y el dinero no cae de los árboles

Unknown 16 febrero, 2016 - 15:59

También indicar que sobre todo en los barrios dormitorios de las ciudades que están peor conectados con el centro urbano, la delicuencia, paro, enfermedades son más altos.

lusaz 16 febrero, 2016 - 16:57

Pues opino que la calidad de vida en una urbanización de viviendas unifamiliares, adosados, chalets..etc, es mayor a la de vivir en un bloque de pisos.El disponer de mas metros cuadrados por persona de vivienda también aporta mayor calidad de vida. Con esos argumentos lo mas eficiente seria vivir en "celdas", pisos de 40 m2, rodeados de vecinos,con paredes de "papel", donde se oyen las conversaciones de los vecinos.

Marcos 16 febrero, 2016 - 17:00

La ciudad ciudad dispersa u horizontal en realidad se parece más al modelo de urbanismo tradicional en el que vivía la mayoría de la población hasta el siglo XIX, que no es otro que la aldea. No cabe duda de que es económicamente menos eficiente que la moderna ciudad vertical, pero esto no significa que no sea deseable o que no nos la podamos permitir. Si la gente (o una parte de la gente) es más feliz viviendo así, la diferencia de 2000 $ anuales por hogar que indica en el gráfico me parece bastante asumible.
Deben coexistir ambos modelos para que cada cual elija libremente el que prefiera. La proliferación en nuestro país de urbanizaciones horizontales en el extrarradio está promoviendo esa libertad de elección, que antaño escaseaba.

tg 16 febrero, 2016 - 17:26

EL CRECIMIENTO EN URBANIZACIONES ES UNA ABERRACION ASI COMO EL CRECIMIENTO EN BLOQUES… TIPO CERDA…
Veamos la ciudad como todo ha de crecer poco a poco y en todas las direcciones, hacia la felicidad de los ciudadanos que por supuesto es con casa y espacio, ademas salvo Monaco los demas pasises estan practicamente vacios no hay ningun motivo para apelotorarnos y por supuesto es mas caro para el ciudadano.. pero esos guetos de ricos, en algunos sitios hasta con guarda cosa que esta prohibida puesto que las calles de las urbanizaciones son de los ayuntamientos asi como los espacios cedidos, ademas debe de haber en todas las promociones por ley viviendas de todos los precios (proteccion o sociales…)pero esto no se cumple claro, se lo saltan los municipes… interesan mas los macro poligonos que asi apañan todo de vez. pero por supuesto que la vida es mejor distribuida, y no hace falta que tengamos adoquines de granito o farolas de ultimo diseño o superfuentes con superbancos y superpaques de juegos porque esta la calle y el barrio, y el espacio libres sin encorsetar… Revisen el crecimiento sostenible es el que va hacia la felicdad individual, y esta no se puede conseguir hacinados, si las viviendas en bloques se hiciesen bien quien sabe pero actualmente no , me da pena ver los macropoligonos a vista de pajaro en chiha, corea, y el sudeste asiatico desarrollado, y miren miren desde el aire, el mundo esta despoblado……

Miguel 18 febrero, 2016 - 20:56

Todo tiene sus pros y sus contras.

Depende de dónde vivas. No es lo mismo vivir en El Viso o en Pedralbes que en Orcasitas o El Raval.

Desde la experiencia, he tenido la suerte de vivir en Chamartin, un distrito de Madrid que tiene muchas zonas verdes y pocos atascos. Cuando eres joven es divertido vivir en la ciudad. Lo tienes todo a tu alcance.

Ahora, cuando toca formar tu propia familia, en mi caso se hizo imposible asumir el coste de un piso en la zona que me gustaba.

Solución: A la Sierra.

Allí viví en un chalet en una ciudad de 60.000 has. Una gozada, pero coche para casi todo, incluyendo ir a trabajar todos los días a Madrid.

Luego, tener a los niños en un chalet es un coñazo para ellos. Y mantener los gastos de calefacción de un chalet en una zona con inviernos tan fríos, otra locura.

Así que, nueva solución: piso en urbanización con jardines y piscina. Ahí si que disfrutan los niños, tú te relajas más en vacaciones y días libres, y los gastos no son tantos.

La opción ideal? Para mí sería un chalet en una urbanización cerrada y con zonas comunes, pero claro, eso es mucho pedir.

De todas formas, creo que si no tienes niños pequeños, lo mejor es una ciudad pequeña o mediana.

Hoy por hoy no lo cambio por Madrid ni aunque me lo regalaran. Ya sólo el aire que respiras, el paisaje, el pan, la carne, la gente que se para a hablar contigo, educada y sin prisas. Sin ruidos. Sin clavadas en bares y restaurantes. Eso es impagados le

Por ejemplo Pontevedra, que ha recibido premios a la ciudad habitable por su planteamiento peatonal.

Guillermo 7 marzo, 2016 - 19:11

Muy buen artículo, estoy muy de acuerdo.
Leo muchos comentarios y me gustaría decir que aquí no se trata entre la contraposición de campo(rural)-ciudad(urbano), sino de ciudad compacta frente a ciudad dispersa, ambos tipos de ciudad, urbano. Por otro lado una ciudad compacta no tiene por qué ser en absoluto una concentración masiva de personas, ruido, estrés etc, una ciudad compacta no sólo es el centro de Madrid, Nueva York o Tokio, ciudades compactas pueden ser (y lo son) por ejemplo, Soria, Teruel o Segovia, ciudades pequeñas y medianas, tranquilas con poco estrés y baja contaminación. No se trata de blanco o negro, en el término medio está la virtud.

Germán 7 marzo, 2016 - 23:52

Vivir en la ciudad conlleva un grave problema para la salud: la contaminación producida por los vehículos privados en movimiento, que conducen los habitantes de la ciudad dispersa, cuyo estilo de vida obliga a los residentes de la ciudad compacta, que mayoritariamente hacen uso de la red de transportes públicos, a soportar los gases tóxicos emitidos por aquellos que acuden a los centros urbanos a hacer uso de la diversidad de equipamientos de los que sus ciudades o barrios ajardinados y privados carecen. Acuden con sus coches a trabajar, estudiar, comprar, asistir a cines, exposiciones, teatros, restaurantes, etc. El texto, compara dos modelos de ciudad: uno defectuoso pero sostenible (en la teoría y con vistas a un futuro técnica y tecnológicamente equilibrado y eficiente y en una sociedad más justa y mejor administrada) y que fomenta la concentración de usos y la reducción de los tiempos de desplazamiento y el uso de medios de transporte colectivos; y otro, que fomenta la ocupación dispersa del territorio y aumenta las distancias entre los individuos y sus lugares de trabajo y ocio, potenciando el uso de vehículos privados y que, en definitiva, tiene por único principio la especulación basada en la transformación de los usos del suelo y el derroche: riego de jardines, mantenimiento de parcelas unifamiliares o de baja densidad, piscinas de agua potable clorada, un coche por habitante, y comunidades para las que las obligatorias dotaciones de servicios le suponen a la Administración un coste por individuo superior al de áreas más densas y, en muchas ocasiones pobladas por comunidades más necesitadas. El artículo se promueve una opinión formada tras el estudio comparativo de diversos modelos de ciudad, buscando extraer datos objetivos que permitan un análisis, diagnóstico y conclusión. Y no, como demasiados comentarios de los usuarios, la exposición de prejuicios, experiencias personales y opiniones parciales en general que desatienden el hilo argumental y el proceso deductivo de la exposición.

Germán 7 marzo, 2016 - 23:53

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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