por Luis Guillermo Natera
El crecimiento vertiginoso de las ciudades a lo largo de las ultimas décadas nos ha obligado a una adaptación en las formas de vida urbana y a enfrentarnos a nuevos retos, desde la coordinación metropolitana y gestión de los recursos hasta la convivencia diaria con otros ciudadanos.
Paralelamente a la revolución urbana se ha vivido una revolución tecnológica. De este modo el acceso a diferentes tecnologías de información ha permitido agilizar el contacto entre ciudadanos y tomadores de decisiones, convirtiendo a los primeros en el punto fundamental de las ciudades inteligentes. Son estos los que aportan la inteligencia, no es la tecnología, sino el uso que le damos la que nos permite tener urbes que nos den datos y nos permitan ser más eficientes.
Las ciudades inteligentes y su gestión deben de estar pensadas para adaptarse al futuro, pues son el resultado de diferentes conjugaciones en un mismo lugar del capital tecnológico, social, económico y político; este último punto es uno de los que presenta más retos en la conformación de una ciudadanía activa. El desafío que se nos presenta como ciudades con miras a un futuro sostenible es garantizar la participación ciudadana y «blindar» los proyectos a largo plazo de las discusiones políticas y los cambios en la gestión gubernamental, buscando asegurar una continuidad de las políticas públicas y programas pro smart cities.
La mejor solución para enfrentar los retos venideros radica en los ciudadanos y la apropiación que se pueda lograr de la ciudad por cada uno de nosotros. Es en este punto en el que la tecnología puede jugar un papel muy importante al mostrarnos otra faceta de la ciudad que podríamos no conocer, al hacer accesibles diferentes datos y entender cómo se comporta la ciudad; además de facilitar la comunicación y la participación ciudadana, logrando tener datos de primera mano por parte de los ciudadanos y facilitando la toma de decisiones.
Entendiendo a los ciudadanos como el mayor capital que tiene una ciudad para poder transformarse y volverse inteligente es importante establecer las condiciones ideales para fomentar la creatividad, atraer empresas de tecnologías de información y capital creativo, buscando la interacción entre los ciudadanos y, por lo tanto, acabando con los usos segregados de la ciudad y buscando usos mixtos que generen encuentros entre personas.
Es importante para poder tener ciudades inteligentes buscar la escala humana, repoblando los centros históricos y redensificando ciertos lugares, buscando definir un modelo de ciudad basado en urbanismo de proximidad, generando una interacción entre ciudadanos que poco a poco se traducirá en una mayor participación y apropiación del territorio. Esta participación y encuentros entre diferentes maneras de pensar es la que se convertirá en el caldo de cultivo para ideas creativas que generen cambios en las ciudades impulsados desde los ciudadanos.
La pregunta que queda a resolver es: ¿cómo hacemos para que los ciudadanos se apropien de la tecnología para participar en la construcción de ciudad? Debemos entender que las diferentes aplicaciones web pueden jugar a nuestro favor o en nuestra contra. Por ejemplo ¿por qué preferiría una persona entrar a un sitio a denunciar un robo que entrar a Facebook a ver fotos? El reto es hacer atractiva la participación ciudadana y accesible para todos. No obstante corremos el riesgo —en especial en las ciudades latinoamericanas— de «tecnologizar» demasiado y relegar el capital humano por el alto costo económico de la tecnología.
Luis Guillermo Natera es CoDirector de Colectivo Triciclo (http://colectivotriciclo.com), oficina de urbanismo y arquitectura. Adicionalmente a la práctica profesional mantiene el blog Ciudad Pixel (http://CiudadPixel.mx) en donde escribe sobre ciudad y tecnología.
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Fotografía de Nueva York (fuente: Luis Guillermo Natera)
Imagen 2: Creatividad urbana (fuente: Luis Guillermo Natera).