¿Dónde nos encontramos? Lugar y tiempo del nuevo urbanismo

por Paisaje Transversal

Por José María Romero

¿Dónde nos encontramos? Es la pregunta a la que responden tres manifiestos relativamente recientes acerca del urbanismo. Estos van más allá de los análisis y las propuestas disciplinares, pues atienden a nuestras maneras de vivir y de pensar. Por ello, la cuestión de dónde nos encontramos no solo es espacial o territorial, sino también temporal.

La crisis económica global se extiende sobre el planeta y alimenta las crisis climática y de biodiversidad, la energética, y la social y política. El mito del crecimiento económico planea como el responsable de todas ellas, en lugar de ser la solución tan solicitada y repetida. Cada vez va quedando más claro. Empieza a ser reconocido en todos los países que el desarrollo y el crecimiento son el origen de los problemas medioambientales; por lo menos formalmente (véase el resultado de la Cumbre del Clima de París 2015: un hito desde el punto de vista conceptual, aunque todavía no vaya a tener consecuencias reales). Ahora parece necesario que el siguiente paso sea el reconocimiento de que el crecimiento también está en el origen de la gran crisis del aumento de la desigualdad entre ricos y pobres -que inunda el mundo-, y que afecta de manera cada vez más grave, además, a los países occidentales.

Las disciplinas académicas son reacias a ser críticas consigo mismas, aunque no dejen de ejercer de manera permanente los juicios de valor sobre sus propios principios y esencias fundacionales; está en sus esencias. La arquitectura y el urbanismo no son menos. Por eso es complicado acceder a textos autocríticos, y menos que expliquen las consecuencias de su producción conceptual y espacial más allá de las preocupaciones disciplinares. Sin embargo, tres excelentes manifiestos sobre urbanismo animan a comprender las ideas y las políticas que plantean los urbanistas y los arquitectos -aunque estos no sean conscientes de ello-, y que deben entender los ciudadanos para decidir con plenos derechos sobre sus formas de vida.

Las crisis inmobiliarias son el origen de las crisis económicas. Harvey explica en Ciudades rebeldes[1] cómo toda crisis económica global ha sido precedida de una crisis inmobiliaria causada por un exceso de liquidez monetaria que hace que los ricos desvíen sus beneficios hacia la construcción, provocando de esta manera una gran burbuja inmobiliaria, que suele estallar anunciando la crisis económica inmediata. Esta explicación tiene un referente visual en los skylines de las ciudades importantes. Los nuevos rascacielos son anuncios de las crisis económicas porque son beneficios y liquidez sobrante puestos a especular (vanidad y codicia de los poderosos, juntas en obra). El Empire State inició su construcción antes de la crisis del 29, aunque se concluyó en 1931. Las Torres Gemelas (WorldTradeCenter) se inauguraron a finales de 1973, una vez desatada la crisis del petróleo a principios de ese año. El nuevo proyecto de sustitución de las antiguas Torres Gemelas, proyectado antes de la emergencia de la actual crisis, se inaugura ahora, en plena crisis. Las Cuatro Torres Business Area, del Paseo de la Castellana de Madrid, se inauguraron durante el periodo 2007 y 2009. Sin embargo, lo más llamativo que explica Harvey para nosotros es que las crisis inmobiliarias de Florida en EEUU, Inglaterra, Irlanda y del sur de España son las causantes de la actual crisis global. El desarrollo y el crecimiento ilimitado expresados en superficie urbanizada extendida indefinidamente por el territorio, es el principal causante de la gran crisis (de nuevo, como antes; aunque ahora en nuestro país somos los atizadores de la hoguera). De Harvey se entiende que el urbanismo se ha encargado de pensar y fomentar el desarrollo, pero muy poco de reflexionar lo urbano que no puede crecer, y que ello ha creado y sigue creando graves problemas que afectan a otros ámbitos que sobrepasan ampliamente lo urbano. 

También, según Secchi en su manifiesto La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres[2], el origen del otro grave problema endémico -el aumento de la desigualdad entre ricos y pobres-, es el crecimiento provocado por el desarrollo urbano ilimitado que se produce desde los años 70 del siglo pasado. La extensión de la urbanización por el planeta induce diferencias cada vez mayores entre espacios urbanizados que se convierten en islas y, en muchos casos, en fortalezas infranqueables para amplias capas de la población. Los arquitectos y los técnicos aparecen aquí como responsables directos de este problema, aunque muchas veces son desconocedores de las consecuencias de sus propios proyectos y obras de desarrollo, incluso en el interior de las ciudades históricas. Las desigualdades sociales y las formas de seguir generando injusticias espaciales son motivo de la «nueva cuestión urbana», que ve Secchi necesario abordar en un futuro próximo, además del cambio climático y el problema de la concepción de la movilidad como derecho de ciudadanía.

El manifiesto de Ascher –Los nuevos principios del urbanismo[3]-, es el más propositivo de los tres. Presenta una visión más generalista para comprender la situación actual, y proponer maneras de actuar más adaptadas a la colectividad en una sociedad -occidental-, que se convierte en más diversa, específica e individualista. En la propuesta final del texto se aconseja entender la gobernanza de la ciudad de una forma bastante menos idealista, es decir, más pragmática. Por ello, se recomienda que la disciplina urbanística y arquitectónica y la política debieran coincidir en sus principios. Se destaca así la importancia de lo existente frente a lo nuevo (que es crecimiento); el carácter reflexivo del hacer local ante el impuesto desde fuera; la arquitectura y el urbanismo que se basan en el principio de precaución y de dispositivos -que permiten reelaborar las previsiones mediante diversas negociaciones-, frente al de proyectos inflexibles; los mecanismos de intervención participativos y estilísticamente abiertos a la ciudadanía, ante los procesos cerrados y jerárquicos… En definitiva, más democracia.

Crisis financiera, crisis igualitaria y crisis política y de gobernanza ahora se asocian de manera evidente a los proyectos y planes dedesarrollo. Los tres manifiestos coinciden en una cuestión fundamental: para que la gente viva mejor y hacer mejor ciudad y urbanismo no hace falta crecer, sino defender lo que se tiene, y control por parte de quienes habitan. Los tres autores finalizan sus breves escritos apelando -en la mejor tradición griega clásica-, a que el conocimiento (epistéme), y la práctica (téchne), solo tienen sentido cuando están en función de las opiniones de todos (dóxai), para que todos puedan adoptar las mejores decisiones comunes, para el bien común. Más democracia real.

[1] Ciudades rebeldes: Del derecho de la ciudad a la revolución urbana.David Harvey. Traducción de Juan María López de Sa y de Madariaga.Ediciones Akal, 2013.240 páginas.

[2] La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres. Bernardo Secchi. Prólogo de Eduardo Mangada. Introducción de Jesús Gago. Traducción de Teresa Arenillas Parra y Francisco López Groh. Los Libros De La Catarata, 2015. 96 páginas.

[3] Los nuevos principios del urbanismo.  El fin de las ciudades no está a la orden del día. François Ascher. Prólogo de Jordi Borja. Traducción de María Hernández Díaz. Alianza Editorial, 2004. 93 páginas.

José María Romero es Doctor Arquitecto, profesor ETSA Universidad de Granada, vicepresidente de Rizoma Fundación y socio fundador de MAIA Consultores SLP. Recientemente ha participado como investigador en el I+D+i «Para la desmercantilización de la vivienda», de la Universidad de Málaga.

Créditos de las imágenes:

Imagen 01: Tres manifiestos sobre urbanismo: La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres; Ciudades rebeldes: Del derecho de la ciudad a la revolución urbana; Los nuevos principios del urbanismo.

Imagen 02: Imagen de archivo del skyline de Nueva York con las Torres Gemelas (fuente: www.panynj.gov)

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2 comentarios

Friday 13 febrero, 2016 - 02:18

El problema de la brecha de la desigualdad será un problema que "habrá" que estudiar en el mundo desarrollado. En el Tercer Mundo es un problema que se ha comenzado a abordar hace dos décadas desde diversos sectores académicos (y algunos institucionales), desde luego, con diversos y discutibles resultados en los hechos, producto de un sinfín de factores (fundamentalmente el Capitalismo y todas sus derivaciones)que afectan a la instrumentación de los proyectos y a la transferencia de resultados de las investigaciones.
Esta última crisis ha abierto los ojos a los países del Occidente desarrollado; se han dado finalmente cuenta de que en su apaleado Estado de Bienestar la pobreza, la desigualdad, la corrupción y tantas otras miserias también tienen lugar.
Aún así conservan la chulería de utilizar términos como "desigualdad" o "resiliencia" como si fueran cosas nuevas, y de convertirlos en nuevos tópicos, cuando la verdad es que en la América Latina existen esos enfoques desde hace muchos años.

Paisaje Transversal 6 abril, 2016 - 14:46

Gracias Friday por tu comentario.

No cabe duda que desde occidente o desde el norte global (en contraposición al "Sur global") se ha mirado siempre desde una perspectiva colonialista y paternalista a las problemáticas de otras regiones del mundo.

No obstante, desde nuestra perspectiva no es una cuestión generalizable al "occidente desarrollado", también habría que matizar ese juicio desde las perspectivas ideológicas y de clase. En este sentido nosotros siempre hemos defendido la necesidad de aprender de las lecciones que nos da el sur global. En este sentido somos muy de Boaventura de Sousa Santos…

Pero tan perniciosa nos parece la ideología colonialista como la que mira con rabia hacia occidente (no sin razones). Creemos más en el mestizaje y en reforzarnos y explorar las potencialidades de "los pobres" (Hardt&Negri), en los aprendizajes cruzados. Y sí, volver a poner el foco en otras regiones y otras culturas, como la Latinoamericana. ¿Podemos empezar a pensar en la "latinoamérica expandida" en vez de en iberoamerica?

Consideramos que tenemos mucho que aprender, pero también algunas cosas que aportar. EL sistema actúa globalmente y por tanto, también tendremos que dar una respuesta global desde nuestros contextos y saberes locales articulados en red.

muchas gracias por tu aportación!

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