Zaragoza y el río Huerva

por Ramiro

por Ramiro Aznar Ballarín

Desde hace unas semanas, en Zaragoza se pueden escuchar afirmaciones tales como: “Que curioso que el río Huerva pase por debajo de Gran Vía, ¿verdad?”. Las obras del tranvía han obligado a levantar la cubierta de Gran Vía descubriendo, para sorpresa de alguno de mis amigos, familiares y vecinos, el río Huerva.

Obras de canalización del río Huerva a principio del siglo XX

La reaparición del Huerva en la realidad urbana de Zaragoza también ha provocado algunos comentarios sobre sus tramos descubiertos. En una de mis reuniones navideñas con la familia pude escuchar posiblemente el comentario más conservador en referencia al segmento de ribera entre la Glorieta de Goya y Gran Vía: “Un amigo que vive allí está asqueado con el río: huele mal, está sucio… Lo mejor que pueden hacer es taparlo”. A lo que mi padre le contestó que “…eso sería como esconder el polvo que acabas de barrer en el salón debajo de la alfombra”.

 

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Posiblemente el primer comentario fuese la idea predominante a principio del siglo pasado, tiempo en el que se hizo la denigrante operación de ocultar el río. Sin embargo, Zaragoza a día de hoy, vive una situación ambigua. Por un lado, gracias al proyecto bandera de la Expo, la ciudad ha vivido un lavado de cara. Dicho evento ha traído nuevas infraestructuras de transportes, remodelación de las riberas del río Ebro, nuevos espacios verdes, el sistema público de Bizi… Pero por otro lado se han realizado actuaciones dantescas, en especial el millonario e innecesario azud del río Ebro o el Pabellón Puente. Este último, en el que yo tenía puesta la esperanza de convertirse en el nuevo emblema de la ciudad sustituyendo así al Pilar, vuelve a cometer los mismos errores del pasado. Un puente en el que el paseante no puede observar el río (esta vez no es el río el que es ocultado, sino nosotros de él).

Dos actuaciones ambientalmente nefastas: el azud (arriba) y el Pabellón Puente (abajo)

Cuando se levantó el Paseo de la Independencia años atrás, aparecieron ruinas romanas de la antigua ciudad de Caesar Augusta. La solución entonces fue, taparlas y poner un pequeño panel informativo. Hoy es el río Huerva el que reaparece en la geografía urbana de Zaragoza. No dudo ni un solo instante de que volverá a desaparecer bajo nuestros pies. Espero que cuando llegue ese día, sintamos vergüenza, no por el río, sino por nosotros mismos.

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5 comentarios

Moncho Veloso 29 diciembre, 2009 - 12:40

Me quedo tonto, ¡tapar un río! Nos merecemos la furia desatada de Gaia, la madre naturaleza o quien coño sea el responsable de tal venganza.

Ramiro 2 enero, 2010 - 12:10

En el suplemento de Babelia hay un artículo muy interesante sobre los ríos en la literatura.

Lup 13 enero, 2010 - 13:18

El Río Huerva es subterrráneo en casi todo su recorrido por Zaragoza. No es que lo hayan tapado.

Ramiro 14 enero, 2010 - 10:11

Lup, gracias por leer el post y por tu comentario.

Creo que no has entendido el post o no me explicado con claridad:

– Estas obras no han tapado al Huerva, esta operación se hizo a principios del siglo pasado.
(aunque no se si te refieres que es un río subterráneo de forma natural, entonces estas totalmente equivocado)

– El Huerva NO es subterráneo es casi todo su recorrido por la ciudad. SÓLO POR EL CENTRO. Utiliza el Google Earth o Maps.

Sekano 24 enero, 2010 - 11:17

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