Conectvidad horizontal
Las conexiones físicas se explican en su mayor parte a través de la circulación del agua. De esta manera habrá que tener en cuenta la escala del estudio y todos los factores y cofactores que condicionen la circulación de la misma.
Como otros ya han dicho antes que yo, el paisaje es un tejido vivo, es decir, un mosaico de parches o teselas de diferente naturaleza. Estas zonas más o menos equipotenciales se suelen diferenciar según la vegetación y usos del suelo, en términos ecológicos según su tasa de renovación (relación entre la producción y la biomasa acumulada de un sistema). Las diferencias entre puntos territoriales adyacentes crean gradientes que dan lugar a flujos energéticos.
La dinámica poblacional de animales y plantas es la última variable que integra la conectividad horizontal. De la misma manera que la vida misma se puede definir como un flujo continuo de energía (o información), los organismos se encuentran en continuo cambio y movimiento. Los animales migran y las plantas se dispersan a través de los llamados ‘corredores biológicos’. Además, la actividad ganadera y agrícola participa intensamente en estos procesos a través de ciclos a lo largo de las diferentes vías pecuarias.
Conectividad vertical
El paisaje no se puede entender sin la actividad humana. Esta relación entre la estructura socioeconómica y la dinámica del paisaje es lo que se denomina conectividad vertical. Muchos de los paisajes que actualmente conocemos son el resultado de un largo proceso de coevolución entre el hombre y diferentes componentes ecosistémicos, un buen ejemplo de estos paisajes culturales son las dehesas.
Por tanto, podemos constatar que el territorio es el resultado de una compleja conexión espacial de factores geofísicos y bioenergéticos. Este paisaje no permanece estático, sino que los componentes culturales e históricos le impulsan a evolucionar con el tiempo.
Basado en los trabajos realizados por F. Díaz Pineda, M.F. Schmitz e I. de Aranzabal del Dpto. Ecología de la UCM.
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